Me c…. en tu smartphone o en tu iphone, y de WhatsApp ya ni hablamos…

Si ya escuché que acabas de recibir un mail. Que espere yo. Ya, pero es que estoy hablando contigo y cortas la conversación por ruidillo infecto de tu móvil. Que hemos concertado esta reunión hace semanas. Y si es un WhatsApp seguro que es de tu pareja, así que,  a la hora de comer,  le contestas,  que ya sabemos para que es. Yo también tengo un teléfono que recibe correos. Tu que te crees. Lo que pasa es que le digo que le atenderé cada hora y que espere si estoy con alguien. Si, es en Ajustes. Si, ya se que me dices “perdón” antes de contestar, pero no me dejas responderte. No te perdono. Que pares. Terminamos y devuelves la llamada. Que cansino.

A la gente no se le puede enseñar nada si no quiere.

Estoy preocupado con la enseñanza y por tanto me ocupo mirando por un lado y por otro para saber que hacemos bien, mal o regular. No entraré  en detalle, simplemente sumarme a una idea sencilla que en el sistema educativo no somos muy sensibles. Tiene la cuestión un aire terminológico. Los que estamos en el sistema educativo no tenemos como misión enseñar,  sino que nuestros alumnos aprendan. Estimular el acercamiento al conocimiento, que no memorizar robóticamente datos. Dedicar horas, esfuerzos, recursos dedicados sin resultado nos deberían hacer pensar que algo no va bien. Me pasa algo parecido cuando cuento que es GTD. Si veo alguien en la audiencia escéptico (el lenguaje gestual es muy traicionero), sencillamente lo abandono. Es imposible que aprenda aquel que no quiere hacerlo y además no estoy dispuesto a poner energía en quien menos interés muestra, habiendo gente que cree que puede mejorar con GTD.

Marear la perdiz y hacer el ganso.

Un poquito de orden ayuda. Un método que funciona también, pero lo habitual, en mi caso, es trabajar en entornos con una más que razonable dósis de caos (del malo como el colesterol). La falta de foco en las cosas, la multitarea, no capturar lo que va surgiendo, provoca una ineficiencia de la que todos somos, en alguna medida, responsables. Sería bueno, si esto es cierto, que hiciéramos algo por mejorar en la buena dirección. Lamentablemente los que tienen la enfermedad más agudizada resulta que “no tienen tiempo”. Con la de horas que gastamos en calmar a la perdiz de sus mareos o en dejar de hacer al ganso, podríamos encontrar soluciones sencillas para modificar ciertos hábitos ¿GTD?.